El centro de mando

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El ajña chakra, el tercer ojo, o sexto chakra de la kundalini, se traduce en sánscrito como centro de mando, dado que ajña es mando (o, también, percepción). Por eso sería acertado llamar a esta cocina de la energía como centro de mando. Hay quienes sostienen que aquí mora el alma. Está ubicado en el entrecejo, a la altura de la columna vertebral. Su componente material sería la glándula pituitaria.
Se dice que al meditar en este centro de transformación de la energía uno llega a la consciencia plena. Muchas tradiciones recomiendan concentrarse en el ajña al momento de desencarnar, mientras que al meditar en este centro, se dice, destruye karma de vidas pasadas.

Dos fuerzas complementarias
Está simbolizado por una flor de loto blanca y violeta con dos pétalos. Las letras en sánscrito, en los pétalos, representan los nadis ida (izquierda, lunar) y pingalá (derecha, solar), dando pie a los opuestos complementarios femenino y masculino, intuición y razón, etcétera. Los yoguis plantean este chakra como el lugar donde alcanzamos la integración de la personalidad por encima del dualismo de la psicología humana.
El sexto punto de intercambio y transformación de energía está más allá de los cinco elementos naturales: tierra, agua, fuego, aire y éter. El ajña se relaciona, ya no con un elemento, sino con la luz y con el poder de manifestación de la mente pura. Su bija mantra es OM. Su nota musical es La.

En torno hay muchos más chakras
Vale aclarar que en torno al ajña chakra hay todo una serie de chakras que explican el funcionamiento de la psiquis y tranquilamente podríamos decir que funcionan de base –puede que de modo indirecto– para el conductismo, el psicoanálisis y para muchas otras teorías del funcionamiento de la mente humana.
Mencionando a vuelo de pájaro tenemos el lalana chakra (generador de la mente egotista), manas (generador de la mente consciente) que está rodeado de los sat sirsa (los sentidos), buddhi (mente intelectual), alayavijñana (subconsciente que pasa por generaciones) que conecta con soma (mente inconsciente). Todo esto conecta a su vez con el registro akáshico (archivo etérico universal). Valdría mencionar el kamakala chakra (quinta mente o supramente) y el guru chakra que es donde despierta el maestro interior.
Sin embargo, para no apabullarnos, el dividir en siete chakras principales nos da cierta facilidad de tratamiento dado que simplifica mucho para que podamos enfocarnos en el centro energético en cuestión con la intención que tengamos.

Creando realidad
Podríamos decir que a través del ajña se completa la captación consciente del ser. Acá hallaremos fuerza psíquica superior de inteligencia deductiva con intuición para arribar a la verdad. Acá opera la capacidad intelectual de discernimiento y del recuerdo, pero es a su vez la sede de mandos del sistema nervioso central. Se dice que en el ajña se puede abrir la puerta para acceder a nuestro ser superior, a nuestra alma.
Los grandes yoguis sostienen que lo no manifestado existe en estado latente si está en una mente, del mismo modo que una semilla puede contener una planta. En el ajña podemos disolver antiguas realidades y generar nuevas, dado que ahí poseemos la facultad de manifestación. Claro que en un proceso consciente. El problema de la mayoría es que la vida se ve controlada por programas mentales emocionales que corren de modo inconsciente. El objetivo del yogui es, como hemos dicho otras veces, atalajar, unir, todas nuestras envolturas hacia un mismo objetivo para que no haya el autoboicoteo habitual.

El ajña en desequilibrio
De haber un desequilibrio podría tener síntomas como: dolores de cabeza, visión borrosa o hasta caída del cabello. Se podrían presentar en actitudes como un carácter muy cambiante, desconcentración y hasta falta de autoaceptación. Si la energía fuera deficiente, la persona se podría volver demasiado racional y materialista. Ahora, si el ajña estuviese con demasiada energía se elevará la capacidad de intuición, pero también podrían generarse fantasías.

Impactar en el ajña
Las piedras que tienen mayor impacto sobre el ajña chakra tendrán un color violeta, índigo, añil o lila, como pueden ser la amatista, el lapislázuli o la sodalita. En cuanto aromas se puede recomendar: lavanda, manzanilla azul, salvia romana. Aunque se usan también madera de cedro, sándalo y muchos otros.
Por más que en una sadhana (práctica) hayamos puesto foco en un chakra es muy común que el objetivo final sea lograr despertar y elevar la kundalini y por ende eso impacta sobre los siete chakras. De hecho, muchas posturas (asanas) pueden servir para diferentes chakras dependiendo donde pongamos nuestra actitud.

Una pausa de 5 minutos
Me siendo en una postura cómoda, en total tranquilidad sin que nada me estorbe y con el celular apagado (je). La columna erguida, generando espacio entre las vértebras, como creciendo desde la coronilla. Contacto con la respiración, al inhalar por nariz y la exhalación, también por nariz, busco que sea un poco más larga. Llevo toda mi atención (tratak) a mi ajña chakra. Cuando inhalo hago consciente el prana (energía) que pasa por dicho ckakra, lo mismo al exhalar. Lo imagino violeta, puedo imaginar los dos pétalos, la imagen del ajña. Trato de no pensar en nada más que la respiración, el circuito de la energía que pasa por el chakra al entrar y al salir y en el ajña. En nada más. Si viene algún pensamiento más lo observo, pero lo dejo pasar rápidamente para volver a la concentración. Trato de estar así mínimo un minuto. Luego será más tiempo, dos, tres o cinco minutos.
Puedo terminar llevando mis pantorrillas al suelo, sentado sobre los talones e inclinándome hacia adelante hasta tocar el suelo con la frente (postura de la hoja plegada) y entonar con las últimas tres exhalaciones el mantra OM buscando percibir esa vibración en el ajña. De estar sentado en una silla, puedo apoyar los antebrazos en una mesa y dejar la cabeza apoyada en la misma para luego generar los OMs.
Luego recomiendo relajarme unos minutos antes de volver al ruedo.

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