El descanso es salud

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Seguramente todos cuando niños escuchábamos la frase “Es hora de dormir”. Recuerdo que siempre con mi hermano queríamos negociar unos minutos más para seguir jugando y mamá explicaba que “Tenemos que dejarlo descansar al cuerpo para que renueve su energía”. También me acuerdo que nos enseñó a mantener la habitación limpia, ordenada y ventilada para que esa comodidad asegure un sueño reconfortante. Esos hábitos aprendidos a mi temprana edad mientras estuve con mi familia, ayudaron a cuidar responsablemente mi cuerpo y lo agradezco profundamente.
En los tiempos que fui a la universidad y al profesorado simultáneamente, transité circunstancias que demandaban muchas horas de dedicación y compromiso físico e intelectual. En los meses de exámenes, con mis compañeros de la facultad tuvimos un fracaso muy contundente por habernos quedado estudiando toda la noche. Al día siguiente nuestro sistema cognitivo colapsó y no recordábamos prácticamente nada… Fui la más reprendida ese día por el doctor ya que yo era ayudante de la cátedra y al mirar mis pupilas me preguntó: ¿cuántas horas durmió? Contesté con la verdad e instantáneamente tomó mi libreta, y me puso un dos. Su argumento era válido, hoy lo puedo entender, ya que explicó que el sistema cerebral necesita el descanso para que la información recibida pueda ser asimilada, en mi caso fue una doble enseñanza, ser responsable no solamente de mi forma de estudiar sino también por el compromiso de tener los conceptos bien aprendidos para continuar en la cátedra. Esta anécdota nos dio la oportunidad de aprender a estudiar a cuidar nuestro cuerpo y ese grupo de estudio permaneció varios años más con la costumbre de que cada dos horas de estudio ocupar 15 minutos para relajar, y en la noche descansar las horas necesarias.
En los años venideros entendimos y profundizamos los mecanismos biológicos internos, el ritmo circadiano y la homeostasis -que actúan en conjunto para regular la vigilia- la temperatura corporal, la liberación hormonal…
El cuerpo necesita relajarse para conciliar el sueño; está comprobado que cuanto más profundo es el descanso mayor es la energía recuperada.
La calidad del sueño va determinar el rendimiento físico, también la alimentación, porque algunos nutrientes tienen relación directa en la formación de hormonas que facilitan el sueño y la relajación. En las horas de sueño el cuerpo humano libera hormonas que son las encargadas de la vigilia y el sueño.
Mientras estamos dormidos el organismo libera la hormona del crecimiento, la cual es primordial para regenerar las células, dormir bien refuerza el sistema inmunológico, el organismo se recupera y libera el estrés.
Las regiones cerebrales actúan de forma sincronizada, las zonas encargadas de almacenar la memoria tienen que restablecer diariamente sus funciones, porque si no se produce ese reposo puede empezar a deteriorarse las capacidades de asimilación, si respetamos los horarios de descanso podemos evitar desequilibrios orgánicos.
El cerebro humano requiere alimentos que lo nutran y lo mantengan saludable y activo. Diariamente ejerce diferentes actividades que para los seres humanos son esenciales, así podemos respirar, comer, dormir, sentir, pensar, recordar, percibir, movernos, es el gran guía de nuestro corazón, las emociones, la creatividad.
Es tiempo de darle un merecido descanso al cuerpo/mente, cuidarlo es garantizar mayor calidad de vida manteniendo vitalidad y salud.


Los enemigos del buen descanso
Ingerir antes de dormir:
Estimulantes: café, azúcar, bebidas alcohólicas, sustancias que estimulan el cuerpo.
Comidas muy abundantes, frituras, picante, postres muy dulces.


Hábitos que ayudan a tener un buen descanso
Hidratarse bien en todo el día.
Hacer ejercicios, libera el estrés diario.
Actividades que permitan relajar, como la meditación el yoga, técnicas respiratorias.
Cenar dos o tres horas antes de ir a dormir.
Poca cantidad de comida en la cena y lo ideal serían vegetales al horno, sopas, cereales, principalmente alimentos que tengan magnesio.
Ducharse después de cenar (costumbre oriental).
Tomar té de manzanilla.
Aromas relajantes como la lavanda.

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