Todo fluye, todo cambia…

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Pensamos que mientras dure este periplo es importante aprovecharlo para hacer todas esas cosas que normalmente no hacemos pero que nos gustaría. Claro que será dentro del marco de lo impuesto, desde armar runas saludables de ejercicio y alimentación, hasta capacitarse mediante cursos on-line. También puede ser un buen momento para reacercarse telefónicamente a los seres queridos que tenemos a distancia: hay muchos programas gratuitos que nos dan acceso a videoconferencias. Claro que hace falta un hogar con internet y un celular o una computadora.

Hay muchas personas que la está peleando día a día, que enen realmente una situación complicada por el espacio que en este momento habitan. También hay seres que están siendo solidarios, tal vez más que en otros momentos. Abundan las ollas populares y pequeños grandes gestos. Sin ir muy lejos, hoy vimos en una red social que un vecino fotografió a un motoquero sin calzado y un cartonero: debajo explicaba que cuando el de la moto vio el precario calzado del reciclador urbano le preguntó el número que calzaba e inmediatamente se sacó sus zapallas para dárselas a alguien que sin duda las estaba necesitando. Por otro lado el otro día en el supermercado nos llamó la atención un joven que literalmente corrió con un carro muy cargado para adelantarse a una mujer en la cola a la caja. En la adversidad sale lo más profundo de uno mismo, ahí veremos de qué estamos hechos o mejor dicho, cómo queremos realmente ser.

Cabe recordar también que -así seas de los que la está pasando muy mal por falta de infraestructura, o alguien que simplemente está cansado del encierro- todo pasa, nada es eterno. Lo único permanente es el cambio. Así que es más frucfero enfocarse en disfrutar el momento y proyectarse para hacer la mejor versión de uno mismo para la reapertura que tarde o temprano sucederá.

Gabriela Navarro & Rafael Sabini

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