Equinoccio de otoño

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Cuando el sol llega a ubicarse sobre la línea del ecuador de la tierra los hemisferios del norte y del sur se encuentran con la misma duración de luz solar en el día y en la noche la oscura sombra.
El equinoccio de otoño lo recibimos en el hemisferio sur el 20 de marzo y el equinoccio de primavera el 22 de septiembre. Algo muy interesante que fueron descubriendo los estudiosos de los astros es que el campo vibratorio va desarrollando cambios de dirección y esto sucede sobre la columna de rotación de la tierra, técnicamente recibió el nombre de precesión de los equinoccios.
Los equinoccios como fenómenos astrológicos también eran para los pueblos originarios andinos y los vedas un momento especial donde el eje de la madre tierra danza entre el espacio y el tiempo moviendo al planeta azul a una nueva era que en sánscrito se conoce como “Yuga” y “Pachakute” en quechua. Cada equinoccio de otoño es cuando la madre tierra nos brinda sus frutos maduros, para alimentarnos e integrarnos a su energía.
La fuerza del equinoccio de otoño nos lleva a interpretarlos como impulsores de cambios, como si una sutil frecuencia conectara con nuestra naturaleza interior y esencial. Guiándonos a seguir en movimiento soltando la versión de nosotros mismos que ya es parte de la estación pasada.
En el otoño, o en la primavera, tenemos una excelente oportunidad para reflexionar que lugar ocupamos en nuestra vida presente, y si no encontramos esas respuestas es momento de calmar la mente y activar el corazón, ese contacto siempre nos lleva a descubrir nuevos senderos para recorrer y no olvidarnos agradecer los esfuerzos que hacemos cada día para vivir en armonía con nosotros y todos los seres que nos rodean.


“No hay mejor momento que el otoño para empezar a olvidar las cosas que nos molestan. Dejar que se suelten de nosotros como las hojas secas, pensar en volver a bailar, disfrutar de cada momento de sol, que todavía calienta, calentar el cuerpo y el espíritu con sus rayos, antes de que se vaya a dormir y se convierta en una débil bombilla en el cielo.”
Paulo Coelho


 

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