La importancia de cuidar las palabras*

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Miguel Ruiz explica que las palabras constituyen el poder que tenemos para crear, que “son un don que proviene directamente de Dios” dado que “mediante las palabras expresas tu poder creativo”. Para él son una fuerza que “constituyen el poder que tienes para expresar y comunicar, para pensar y, en consecuencia, para crear los acontecimientos de tu vida”.

Con esta herramienta tan poderosa -instrumento de magia- que tenemos los seres humanos poseemos la posibilidad de crear el paraíso o el infierno en la tierra, porque las palabras “son como una espada de doble filo. Usando el filo erróneo aportamos al infierno colectivo, mientras que si las usamos de modo impecable solo engendraremos “belleza, amor y el cielo en la tierra”.
Ruiz explica que las palabras son como semillas y que la mente humana es muy fértil, y hasta demasiado fértil ante semillas del miedo. Él sostiene que “todo ser humano es un mago, y por medio de las palabras, puede hechizar a alguien o liberarlo de un hechizo”, aunque lamentablemente muchas veces “los humanos utilizamos las palabras como magos de magia negra, hechizándonos los unos a los otros imprudentemente”.
Ya durante “la domesticación” (véase numero 15, agosto 2021) fuimos adquiriendo de nuestro entorno un bagaje de programaciones sobre nosotros y el mundo que fuimos aceptando.
Por replicar un ejemplo: “alguien da una opinión y dice: «¡Mira qué niña tan fea!». La niña lo oye, se cree que es fea y crece con esa idea en la cabeza. No importa lo guapa que sea; mientras mantenga ese acuerdo, creerá que es fea. Estará bajo ese hechizo”.

La solución es, sostiene Ruiz, usar las palabras de modo impecable, lo que significa “sin pecado” explicando que un pecado es cualquier cosa que haces y que va contra de vos mismo. Explica que “Cuando eres impecable, asumes la responsabilidad de tus actos, pero sin juzgarte ni culparte”.
Observemos que desde este punto de vista, “el concepto de pecado deja de ser algo moral o religioso para convertirse en una cuestión de puro sentido común. El pecado empieza con el rechazo de uno mismo”. En términos religiosos, el autorrechazo es un “pecado mortal”, es decir que te lleva a la muerte, mientras que “La impecabilidad te conduce a la vida”.
Luego presenta una cadena de causa y efecto: “Si me amo a mí mismo, expresaré ese amor en mis relaciones contigo y seré impecable con mis palabras, porque la acción provoca una reacción semejante. Si te amo, tú me amarás. Si te insulto, me insultarás. Si siento gratitud por ti, tú la sentirás por mí. Si soy egoísta contigo, tú lo serás conmigo. Si utilizó mis palabras para hechizarte, tú emplearás las tuyas para hechizarme a mí”.
Y explica los beneficios inmediatos del cuidado de las palabras: “Ser impecable con tus palabras significa utilizar tu energía correctamente, en la dirección de la verdad y del amor por ti mismo. Si llegas a un acuerdo contigo para ser impecable con tus palabras, eso bastará para que la verdad se manifieste a través de ti y limpie todo el veneno emocional que hay en tu interior.”
Respecto de las palabras que uno acepta, o no acepta, explica que “La única manera de deshacer un hechizo es llegar a un nuevo acuerdo que se base en la verdad.”
Luego Ruiz incursiona en un veneno popular: “Los chismes son magia negra de la peor clase, porque son puro veneno”. Compara el chusmerío con un virus informático, que es un programa escrito como los demás pero con finalidad dañina, puro veneno. A este virus los toltecas lo llamaron mitote: “el caos de las mil voces distintas que intenta hablar al mismo tiempo en la mente”.
El autor profundiza: “Imagínate que cuando otras personas te cuentan chismes, introducen virus informáticos en tu mente que hacen que pienses cada vez con menor claridad. Después imagina que, en un esfuerzo por aclarar tu propia confusión y para aliviarte del veneno, tú también chismorreas y contagias estos virus a otras personas. Ahora, imagínate que esta pauta prosigue en una cadena interminable entre todos los seres humanos de la Tierra. El resultado es un mundo lleno de personas que sólo pueden obtener información a través de circuitos que están obstruidos por un virus venenoso y contagioso. (…) Cuando contemplamos el mundo a través de un virus informático, resulta fácil justificar incluso el comportamiento más cruel. No somos conscientes de que el mal uso de nuestras palabras nos hace caer más profundamente en el infierno”.

Ruiz insiste en que uno no debe olvidar que nuestra opinión no es más que nuestro punto de vista, y no necesariamente es la verdad. Nuestra opinión proviene de nuestras creencias, del ego y “de tu propio sueño”. Si discutimos “creamos todo ese veneno y lo esparcimos entre otras personas sólo para sentir que nuestro punto de vista es correcto.”
Si somos impecables con nuestras palabras “cualquier veneno emocional acabará por desaparecer de nuestra mente y dejaremos de transmitirlo en nuestras relaciones personales, incluso con nuestro perro o nuestro gato”. Cuando uno es impecable con las palabras nuestra mente deja de ser campo fértil para las palabras que surgen de la mala onda o, como dice Ruiz, magia negra.
El autor sostiene que la autoestima es muy importante y que “la cantidad de amor que sientes por ti es directamente proporcional a la calidad e integridad de tus palabras. Cuando eres impecable con tus palabras, te sientes bien, eres feliz y estás en paz.”
“Puedes trascender el sueño del infierno sólo con llegar al acuerdo de ser impecable con tus palabras. Ahora mismo estoy plantando una semilla en tu mente. Que crezca o no, dependerá de lo fértil que sea tu mente para recibir las semillas del amor. Tú decides si llegas o no a establecer este acuerdo contigo mismo”. Si nutres esta semilla generarás más semillas de amor que reemplazarán a las del miedo.
Recomienda ser impecable con las palabras “si quieres ser libre, ser feliz y trascender el nivel de existencia del infierno”. Que empleemos las palabras para compartir amor, que usemos las palabras como magia blanca, comenzando con uno mismo. “Dite a ti mismo que eres una persona maravillosa, fantástica. Dite cuánto te amas. Utiliza las palabras para romper todos esos pequeños acuerdos que te hacen sufrir”.
Ruiz asegura que “La impecabilidad de tus palabras te llevará a la libertad personal, al éxito y a la abundancia; hará que el miedo desaparezca y lo transformará en amor y alegría. (…) Alcanzarás el reino de los cielos con este acuerdo”.

 


* Recordemos que la importancia de la palabra es central tanto en religión como metafísica. Ejemplos notorios lo da Rhonda Byrne con El Secreto así como José Luis Parise quien, en los once pasos de la magia, le da una importancia muy relevante a la palabra.

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