Principios del yoga

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En este número nos propusimos presentar diez pautas básicas de todo practicante de yoga, pero desde una mirada cotidiana, accesible para todos.
Como hemos contado en números anteriores el vocablo yoga, que viene del sánscrito, significa atalajar, unir. La intención es alinear nuestras propias esferas: mente, cuerpo y espíritu, o en términos yógicos sería nuestras cinco envolturas (koshas). A su vez generando la consciencia de estar unidos con todo, el cosmos, el universo o las deidades si se quiere.
Digamos a su vez también que el yoga propone desarrollar nuestras posibilidades latentes, o sea, es una vía de autodesarrollo hacia la iluminación. Entre los Yogasutras Patanjali escribió un esquema del camino que el practicante debe tomar compuesto por ocho pasos.
El basamento son las observancias (yamas) y recomendaciones (niyamas) que son normas, o pautas, para que nuestra conducta nos ayude en el camino planteado y que sirven muy bien también para poder vivir en armonía con otros y con nosotros mismos.
Luego siguen otros pasos que ya implican una práctica concreta física que van desde las posturas (asanas) y el manejo de la energía mediante la respiración (pranayamas), hacia el autodominio (prathyahara), la concentración (dharana), la meditación (dhyana) para llegar a la conciencia ampliada (samadhi). Pero son temas en los que profundizaremos en otro momento.
Voy a explicar por lo que sé de nuestra tradición, cosas que me ha transmitido mi maestro Dev Hansa (Ganesha) Natha, Jorge Bidondo. Cuenta que nuestro yoga viene de una tradición heterodoxa, sin imposiciones, ni creencias particulares. Aún así el conjunto de técnicas, estratégicas y visiones le son útiles a todos. Y que por un tema meramente pragmático y de ahorro de energía los antiguos yoguis supieron que no convenía hacerle el mal a nadie, incluso aunque nadie se enterara. Lo mismo con la mentira, el desgaste de ir recordándolas implicaría un desgaste muy grande de energía. De igual modo pasaría si en algún momento nos hubiésemos apropiado de algo que no era nuestro. Por eso el ser bondadoso (ahimsa), ser veraz (satya) y ser honesto (asteya) los yoguis lo plantean en principio como una necesidad para nuestra salud, para no gastar energía en vano y no enfermarnos por las tensiones que hacerlas genera.
El cuarto habla de una actitud moderada (brahmacarya), de no abusar de nada. Va en todos los planos, por ejemplo, comer moderadamente lo que necesitamos. O cuidar nuestra sexualidad y no caer en la lujuria. Lo mismo con la comunicación, no decir cosas que no necesitan ser dichas, sino aquello que conviene que sea dicho.
El quinto punto tiene que ver con poner más atención en el ser que en el tener (aparigraha), tanto en uno mismo como en los demás. Lo que tenemos es transitorio. Las cosas son útiles, se entiende. Pero para los yoguis lo único realmente nuestro es lo que no puede ser quitado. “Si encontramos algo bajo esa categoría es realmente nuestro, todo lo demás puede volver al universo desde donde viene prestado” explica Ganesha.
Luego hay otras cinco pautas más. La primera es la pureza (shaucha), desde la propia higiene personal y de los lugares que habitamos. Un punto revalorizado en estos momentos. Se hace extensivo para que nuestras emociones y pensamientos también sean puros y limpios.
El siguiente es el contento (santosha), estar satisfecho con lo que recibimos y tenemos. Todos nos topamos con problemas, pero el yogui busca ver el obstáculo como una capacidad de crecimiento, porque opta por pensar que si el universo, o la divinidad, nos pone un desafío es porque nos cree capaz de que lo podremos superar.
La tercera es buscar siempre estar atento a hacer lo correcto (tapas), más allá de nuestras conveniencias personales. Así se exige ser algo riguroso consigo mismo, autodisciplinado.
Todo yogui busca el autoconocimiento y la introspección (svadhyaya), para eso el practicante se observa a sí mismo, busca conocerse a sí mismo, estudiarse a sí mismo.
La última pauta es el hecho de tener la certeza de que todo va en el mejor camino posible (isvarapranidhana), aunque por momentos no lo parezca. Luego de hacer lo que a uno le compete del mejor modo posible corresponde soltar y tener fe de que todo saldrá bien. Se podría decir que es entregarse con fe a la divinidad.

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