Potenciar la resiliencia en el mundo

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Resiliencia es la capacidad de transformar situaciones traumáticas y dolorosas en nuevas realidades para sanar desde el amor, el cuidado y la seguridad individual. Consideramos importante en estos difíciles momentos que vive la humanidad, hablar de esa aptitud que tiene el ser humano de enfrentar el caos que desordena la vida personal y colectivo.
Compartimos partes de la entrevista que le hizo Violeta Esteban (en Aprendemos Juntos, Youtube) al doctor neuropsiquiatra francés Boris Cyrulnik quien es considerado un referente internacional de la llamada “resiliencia”.
El sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y el nazismo con apenas seis años de edad, pudo escapar, perdió familiares. A pesar de las experiencias traumáticas que vivió, pudo transformar sus calamidades en acciones muy beneficiosas para la ciencia: dedicó muchos años a estudiar los mecanismos del ser humano para enfrentar el sufrimiento. Colabora en (AESFASHU), Asociación para el Estudio Sistémico de la Familia y otros Sistemas Humanos.
El profesor entiende que la cultura y el arte deberían formar parte de la educación desde la edad temprana de un niño.
“La clave para crear sociedades altruistas, empáticas y resilientes es la «segurización», es decir, la creación de un entorno seguro y afectuoso para el niño, tanto en su hogar como en la escuela, desde los primeros años de vida” sostiene el neuropsiquiatra.
A su vez destaca el sistema de los países del norte de Europa porque ralentizan lo intelectual, priorizando más el desarrollo de las actividades deportivas y artísticas para reforzar los vínculos de familiaridad. Y hacer frente a las adversidades reales: hay que trabajar, hay que estresarse por un examen… Esos son problemas reales. Pero hay que estar preparado para afrontar situaciones difíciles. Si hemos sido abandonados, tenemos miedo de todo. Y si hemos estado demasiado protegidos, también lo tenemos, porque no tenemos confianza propia. Sostiene que necesitamos inventar una cultura que sea como el mar, con su flujo y su reflujo, como el día y la noche, como los latidos del corazón, una cultura con ritmos. Su definición de «segurización» implica crear un vínculo familiar que se teje en el día a día: con la forma de hablar, compartir el desayuno, la forma de sonreír, la forma de enfadarse también. Está en la vida cotidiana. Una vez creada esa relación, se convierte en un vínculo muy fuerte, y los niños se sienten seguros por ese fuerte enlace, porque es un sentimiento de familiaridad.
Puede que los jóvenes inventen, probablemente, una nueva cultura para combatir los efectos de la angustia provocados por la cultura tecnológica. La cultura tecnológica combatió el miedo de la Edad Media, y el miedo que conocíamos hasta los 50, eso ha sido gracias a la tecnología. Pero ha tenido como efecto secundario el desarrollo de la angustia. Puede que la cultura que van a inventar los jóvenes permita también controlar la angustia.
La resiliencia está en acción toda la vida, pero los primeros años son muy importantes. Es como una partida de ajedrez. Los primeros movimientos son muy importantes, pero, mientras la partida no haya terminado, siguen quedando buenos movimientos.
Aconseja “No aislarse porque el recuerdo de la herida se refuerza más y más… Solo pensamos en eso y agravamos el sufrimiento. Así que, el primer consejo sería luchar contra uno mismo, hablar o estar con personas de confianza. Puede ser la pareja, la madre, un amigo, primero tenemos que sentirnos seguros, como los niños, y luego, cuando nos sentimos seguros, podemos reflexionar y podemos empezar a hablar”.
Un enfoque científico con mucha empatía en los valores familiares, sociales, un mensaje muy esperanzador para las nuevas generaciones. Es evidente la sabiduría que fue adquiriendo, muchos caminos ha transitado desde un lugar fraterno.

Gabriela Navarro
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